Al fondo de un hermoso valle, constituye un lugar de gran interés etnográfico.
Mas de cien pozos con nombres tan evocadores como el de "La Leche", de "Don Bernardo"... Pertenecían a particulares, de ahí el nombre de algunos de ellos (en las tapas pueden leerse aun muchas de las iniciales de sus dueños); pero también existían pozos del común, como el "Deposito" (el 3 de Mayo de 1931 se decide construcción del llamado "Deposito de los pozos Nuevos" y en años sucesivos para mitigar el paro se realizan también varias obras de acondicionamiento), "la Barrera". Sus brocales construidos con piedra de granito son de una gran belleza, al igual que las pilas para lavar. Aquí acudían los Verdejo/as para acarrear el agua para los usos mas comunes, y las lavanderas alfombraban todo el valle tendiendo sus coladas, cuidando al mismo tiempo que el ganado no las ensuciara. No solo las lavanderas profesionales sino también muchas mozas jóvenes, de sus propias casas eran las encargadas de realizar estas tareas.
El trabajo de la colada era agotador. Había primero que llenar la pila de lavado con agua sacada a golpe de soga; después enjabonar, restregar, aclarar, secar al sol, recoger y volver a restregar y golpear y tender en varias ocasiones para obtener un perfecto blanqueo. El tender la colada sobre las piedras, arbustos (tomillos, romero, espliego...) y ramas de todo tipo daba a la ropa un olor característico, agradable, perfumado, que la gente solía llevar consigo cuando se mudaba. En Valdeverdeja era muy común la expresión "hueles a ropa limpia".
